hay algo que no he visto, perros muertos, perros vivos.
que protege los terrenos privados, los que serán corridos
para evitar que los autos se estacionen, llama mi atención
un bultito pequeño, café rubio dorado. Al percatarme de lo que es,
reacciono con rabia, malditos, repito, mientras paro el motor, y nos bajamos.
Allí está el, enrrolladito sobre un saco plastificado de alimento,
allí está intentando darse calorcito a través de su respiración
tibia en sus patitas, ahí está capeando el frío helado seco
del sector cordillerano, la impotencia
aflora en nuestras bocas maldiciendo y echando puteadas
a quienes lo fueron a dejar.
Sus ojos están tremendamente tristes, parecen luceros apagados,
no hay nada mas
en esa mirada que nostalgia, pena, tristeza, miedo y temor
al momento de acercarme.
Duele, duele el alma verlo.
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